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Cómo hablar en público:
Consejos de oratoria
La oratoria es, según Platón, “el arte de ganarse la voluntad humana a través de la palabra”. Se trata de una definición escueta pero tremendamente gráfica. Por medio del lenguaje hablado el ser humano es capaz de cambiar las opiniones, sentimientos e incluso las acciones de aquellos que le rodean, y que en un principio partían de unos supuestos diferentes a los nuestros. La oratoria parte de la base de que la forma en que se expresan las ideas es tan importante como la esencia que encierran. No basta con expresar en voz alta las ideas, sino que la forma en que tiene lugar esta expresión determina el efecto que las palabras tienen en aquellos que las escuchan. Se trata de que el mensaje que recibe el receptor coincida exactamente con lo que quiere expresar el emisor, y que además tenga la fuerza suficiente como para que sea aceptado como verdadero.
EL DISCURSO
Una vez se cuenta con la información obtenida durante la investigación, ésta debe traducirse en el discurso que el orador pronunciará. El núcleo central del discurso será la idea que se pretende transmitir, a la que habrá que dar forma de modo que atraiga, interese y convenza. Se trata de saber cómo decir lo que se quiere decir. Hablaremos de discurso refiriéndonos al conjunto de todas las intervenciones que realizará un equipo. Un buen discurso tendrá las siguientes características:
- Agilidad: frases cortas, que son más fáciles de pronunciar y entonar por parte del orador, y sobre todo, de recordar por el público. Hay que tener cuidado, sin embargo, para no caer en lenguaje telegráfico.
- Que exprese mensajes veraces, concretos, relevantes y sin ambigüedades
- Adecuación (tanto en el fondo como en la forma):
- a la audiencia (cantidad y características). El discurso siempre debe redactarse desde el punto de vista de quien lo va a escuchar. Los aspectos fundamentales son el nivel cultural, grado de conocimiento del tema, sus inclinaciones personales con respecto al tema, etc. Aunque el orador conozca en profundidad la materia, no debe dar ningún dato por sabido. No será incorrecta la utilización de tecnicismos, siempre y cuando se acompañen de una explicación acerca de su significado para asegurar su comprensión por parte de todos los oyentes.
- al lugar en que se pronuncie el discurso (dimensiones, materiales, características…).
- al tiempo (los turnos son limitados)
- a las características del propio orador
- Corrección. En dos sentidos. Por un lado, corrección “técnica”, es decir, semántica, morfológica y sintácticamente. Por otro, el discurso debe pronunciarse siempre con educación y respeto hacia todos los interlocutores, jurado y público.
- Flexibilidad. El discurso debe estar preparado de antemano, pero a la hora de exponerlo debe tenerse un alto grado de flexibilidad con respecto al texto, ya que:
- incluso el lenguaje escrito más dinámico resulta poco natural cuando se traslada literalmente a palabra hablada. El orador debe hacer suyas las palabras que ha preparado, y demostrar que está firmemente convencido de sus afirmaciones.
- durante el debate pueden haber surgido aspectos interesantes relacionados con el contenido de la exposición que deben ser respondidos. Se trata de tener agilidad mental y capacidad de improvisación para adaptar las intervenciones al curso del debate.
Para asegurar un equilibrio entre la preparación y la espontaneidad, el orador puede preparar un archivo o fichero con bloques de argumentos, que le servirán como complemento a sus exposiciones. Cada bloque tendrá un título, y contendrá todas las evidencias (ejemplos, citas, datos, etc.) que respalden el mismo argumento genérico.
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